FIS: un acertado preludio

Óliver-Díaz-OSPA-Festival-Santander

Ricardo Hontañón · EL DIARIO MONTAÑÉS · 04/08/2016

Pleno acierto fue el concierto que con carácter extraordinario sirvió el pasado lunes de festivo preámbulo a la 65 edición del Festival Internacional de Santander que nació en los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo patrocinadora de este evento. Con una sala Argenta del Palacio de Festivales hasta la bandera y con la masiva concurrencia en la explanada de Gamazo, donde se instaló una pantalla, el público, como en los mejores tiempos de la Plaza Porticada, tuvo a la más que buena Orquesta del Principado de Asturias el cuidad vehículo de un programa que con la etiqueta “La música que seguro conoces” brindó un versátil repertorio abierto a toda clase de oyentes.

Afinada, empastada, y con estupendo material en todas sus secciones, contó con la clara y eficaz dirección de Óliver Díaz, quien llevó a buen puerto este singular pistoletazo festivalero, como el mismo explicó. Conciso en sus apuntes sobre las piezas que se escucharon, combinó épocas y estilos en un recorrido que tuvo contrastes a la vez que unidad. Y si la alegre opereta tuvo sugestiva presencia con las oberturas de la “Cavallería ligera” de Franz von Suppé y la del “Murciélago” del segundo de los Strauss, puso chispa y gracia en la del “Barbero de Sevilla” rossiniana. Ahondó en la belleza y lirismo en “La Mañana” y en la “Gruta del rey de la montaña” de Peer Gynt de Edvard Grieg, y dio frescura y color a tres de las danzas húngaras de Johannes Brahms que tuvieron como contraste el cinematográfico y sobrecogedor “Adagio” de Samuel Barber, en el que la cuerda estuvo rendonda, como redonda fue la traducción de la “Marcha fúnebre para una marioneta” de Charles Gounod, que a su vez precedió al cuarto movimiento de la Quinta Sinfonía de Tchaivovski. La respuesta del público fue entusiasta. Y en este clima Óliver Díaz, recordando con ello los ya míticos tiempos de Ataúlfo Argenta, ofreció como bises los preludios zarzueleros de “La Dolores” y de la “Revoltosa”, coronando así una noche que preludia a otras con poderoso imán.

“…contó con la clara y eficaz dirección de Óliver Díaz.”



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