Óliver Díaz, sueños e ilusión en La Zarzuela

Portada Melomano - Óliver Díaz

A Óliver Díaz le parece un sueño ser el director musical del Teatro de la Zarzuela, le hace una gran ilusión. Ya conocía la casa porque había dirigido allí algunas zarzuelas, como Luisa Fer- nanda. Este asturiano, director artístico y titular de la Barbieri Symphony Orchestra, debutó con esta formación en el Concierto de Año Nuevo en Madrid en 2013. Estrenó Auga Doce, de Juan Durán, al año siguiente y participó en la gala de los IX Premios Líricos Teatro Cam- poamor. En su doble faceta de director y solista de piano ha ofrecido conciertos en Europa y América, también conciertos didácticos para niños con su propuesta, Música Maestro. Abrirá la nueva temporada del Teatro de la Zarzuela con la opereta El Cantor de Méjico.

[Revista Melómano] Veo que está muy ilusionado con este nuevo proyecto en un teatro tan entrañable y prestigioso como el de La Zarzuela, el único teatro donde durante años pudimos ver grandes óperas, hasta que en el 97 se reinauguró el Teatro Real. Aquí vimos obras memorables y a los mejores cantantes, desde Alfredo Kraus o Plácido Domingo hasta Raina Kabaivanska, Teresa Berganza y Montserrat Caballé, por nombrar solo a algunos de los más veteranos. ¿Esperaba este ofrecimiento del director Daniel Bianco?

[Óliver Díaz] Llegué al Teatro de la Zarzuela por primera vez de la mano del equipo de Cristóbal Soler, cuando estaba todavía Luis Olmos de director. Hicimos una Luisa Fernanda, por eso ya conocía la casa. Recuerdo que mi primera sensación al entrar al foso fue pensar: “¡Dios mío, qué gente ha entrado en este teatro! Los más grandes han pisado estas mismas tablas, directores y cantantes, aquí se ha hecho ópera, zarzuela…”. Los primeros directores musicales habían sido Barbieri y Gaztambide, así que recuerdo la sensación de responsabilidad cuando entré. La impresión fue al mismo tiempo dura y maravillosa. Luego seguí viniendo de invitado y ya empecé a conocer mejor el Teatro, a todos los trabajadores, y ahora mismo estar aquí en esta sala como director musical me parece un sueño, tanto eso como estar trabajando al lado de Daniel Bianco.

Daniel y yo no nos conocíamos personalmente; sabía perfectamente quién era, admiraba sus producciones, pero no le conocía. Un día se pone en contacto conmigo y, como es tan directo y dice las cosas tan claras y limpias, me dice: “me gustaría que fueras el director musical de mi equipo”. Yo encantado de la vida… Tuve una entrevista con él y creo que nos entendimos bien. Sus ideas sobre cambiar algunas cosas en cuestión de imagen y demás me encantaban. Estar trabajando a su lado es estupendo, porque tiene sabiduría, gran capacidad de trabajo y talento. Con la mezcla de las tres cosas, cada día es como hacer un master.

Daniel Bianco tiene una gran capacidad de imaginación y creatividad, vimos sus escenografías al lado de Emilio Sagi en el Teatro Real, en La Zarzuela y en el Arriaga en Bilbao, también en el Chatêlet en París, y siempre son sorprendentes.

Además hay una parte que el público no ve y es cómo se quedan esos teatros después de marcharse Daniel Bianco, no se ve la tremenda estructura profesionalizada con el equipo, teniendo muy claro lo que tiene que hacer, con las mejoras que hace en los teatros rapidísimamente, que son cosas difíciles. Esa parte no se ve y es realmente impresionante. Yo tengo amigos que me dicen que hay un antes y un después de pasar Daniel Bianco por el Teatro Real, cómo funcionaba aquel teatro era una maravilla después de estar él. Eso yo lo estoy viviendo aquí con él y es impresionante.

Leer la entrevista completa en el número de Septiembre de 2017 de la Revista Melómano.

«Sueños e ilusión en La Zarzuela«



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